Tu primer reportaje como fotógrafo profesional lo publicas en 1993 en la revista Natura. Desde entonces llegamos hasta este reportaje sobre las mareas vivas en el Cantábrico. Nos gustaría conocer tu vivencia al realizar estas fotos y qué momentos e ideas destacarías para proseguir en tu vocación de fotógrafo de la naturaleza.

Efectivamente, han pasado casi 20 años desde que di el salto a la fotografía profesional y unos 35 desde que compré mi primera cámara. En todo ese tiempo, he tenido la fortuna de poder contemplar la mayor parte de los ecosistemas que existen en la Tierra y pocos, por no decir ninguno, me apasionan tanto como cuando el mar muestra toda su bravura en la costa del Cantábrico. En ese momento, te das cuenta lo poco que somos y lo indefensos que nos encontramos ante las fuerzas de la naturaleza. El fragor de una ola chocando contra la costa y levantándose por encima de ella unos 40 metros es un espectáculo que el que lo contempla no lo olvida jamás. Si a eso le unes las luces de tormenta, la fuerza del viento que apenas te deja estar de píe y el reto de conseguir enfocar a una gaviota o un alcatraz, que solo son un punto entre una montaña de agua que cambia de forma a cada instante es un ejercicio apasionante y hoy por hoy, lo único que me mueve parar salir de mi casa a trabajar aunque no me paguen por ello.

La lástima es que esos días en los que puedes hacer ese tipo de fotografías no exceden de 3 o 4 al año, siendo generosos. A demás de que el mar tiene que estar bravo, que eso es de perogrullo, se tienen que dar muchos otros factores como: buena luz, mar de fondo, viento favorable (lo mejor es cuando sopla fuerte del sur) y que la marea coincida adecuadamente. Si unes esas variables pero te falla una cualquiera de ellas las fotos no serán lo que podrían haber sido. Esa tremenda dificultad es lo que me motiva y pienso que mientras físicamente pueda hacerlo (no hay que olvidar que esas fotos las consigo con un 600 mm más un teleconvertidor 1.7 X, lo que quiere decir que hay que mover más de 6 kg de equipo durante unas 8 horas) no dejaré de acudir cada año a estas citas.

Resulta difícil elegir entre los reportajes de tu portfolio, pero me llamó la atención la belleza de esta foto. Cuéntanos por favor la historia y contexto de esta imagen.

Fotografiar auroras boreales fue uno de los motivos que me llevó el año pasado a realizar un viaje de 21 días recorriendo Islandia. Era un fenómeno que no había visto nunca en directo y que tenía muchas ganas de fotografiar. Sin embargo, el viaje no fue algo planeado con tiempo, porque acabé allí al no poder afrontar los gastos de otro que pretendía hacer por Alaska y la verdad es que fue algo sensacional y un espectáculo muy difícil de olvidar.

Esta foto concretamente del faro de Reykjanesviti, que se encuentra en la península de Reykjanes, fue pensada y estudiada. No es la típica foto que te encuentras con ella. Por la mañana estuvimos en la zona mirando desde qué punto se podría hacer y si era factible. La previsión de auroras para esa noche resultaba extraordinaria y había que aprovechar la ocasión. Pese a ello, la naturaleza es impredecible y la aurora que estaba prevista para las 19 horas, empezó a las 16,30 de la tarde, de día totalmente y cuando se hizo de noche ya empezaba a declinar y para colmo se formaba por todos lados menos por donde debía hacerlo. Vi formas y colores increíbles en el cielo pero sin nada con lo que pudieras componer y a mi esas fotos no me gustan, no me dicen nada. Así que tuve que esperar una hora hasta que un anillo por fin rodeó el faro y me brindó la oportunidad de hacer 3 fotos. Después de eso se acabó, se apago totalmente y aunque esperamos otra hora más no hubo ninguna posibilidad de hacer otro encuadre.

Tu primera exposición se titulaba “Fauna en peligro de extinción”. ¿De quién partió la iniciativa? ¿Ha calado en la sociedad la necesidad de defender nuestro patrimonio natural?

En todos estos años he hecho muy pocas exposiciones, unas veces porque no tuve tiempo para prepararlas cuando me lo propusieron y otras porque no estoy dispuesto a correr con ningún tipo de gasto para exponer mi trabajo. Creo que es más importante difundirlo en los libros que en una sala durante un período corto de tiempo. Esta que me comentas fue una iniciativa del Banco de Asturias, actualmente Banco de Sabadell, que surgió porque estuve dando muchas charlas de naturaleza por todos los colegios e institutos de Asturias en una campaña que hicieron durante varios años para concienciar a los niños y jóvenes que había que proteger nuestra fauna. Se hicieron varios pósters, que se regalaban a cada asistente, los padres estaban encantados con la idea, los profesores también y lo uno llevo a lo otro.

Expuse en Madrid, luego en Asturias y después estuvo itinerante por todas aquellas localidades donde el banco tenía oficinas así que recorrió casi toda España. Recuerdo con cariño las caras de admiración de los niños cuando veían un oso, un lobo o un urogallo. Es una pena, que esas campañas sean algo casi inimaginable en la economía de hoy en día porque creo que cumplieron una labor muy importante. Es algo que me enorgullece haber hecho.

En el 2005 concluyes uno de tus principales trabajos con la Unesco y el Patrimonio Natural de la Humanidad. De los lugares que recorriste para este proyecto ¿Cuál te costó más reflejar su grandeza? ¿A dónde te gustaría volver?

Sin duda, el paisaje cultural de la región del Wachau, que abarca los valles que baña el Danubio a su paso por Austria, donde no pude hacer ni una sola foto y eso que fui tres veces, en diferentes épocas del año y con una estancia de 4 días en cada viaje. En dos ocasiones me llovió como pocas veces he visto en mi vida. Hubo inundaciones catastróficas, el río creció como 10 metros de altura por encima de su cauce normal. No se veía a 20 metros por la bruma y la lluvia que caía constantemente no paraba ni un segundo. Los daños económicos que causaron aquellas tormentas en centro Europa fueron impresionantes. Miles de coches destrozados, el metro inundado, las cosechas arrasadas, los viñedos arrancados…. resultó algo tremendo. Y en el otro, no llovió, incluso puede decirse que tuve buen tiempo pero las aguas del Danubio, que todo el mundo espera verlas azules parecían chocolate líquido, por todos los materiales que arrastraba el río. Total que solo pude hacer los interiores de las abadías, iglesias y museos. De paisaje no tengo ni una sola foto. Son cosas que pasan y contra las que no puedes hacer nada.

¿Volver? …. a las selvas de Costa Rica y Panamá. Quizás también a las llanuras de Masai Mara. Con las cámaras digitales que disponemos hoy en día se podría hacer un trabajo increíble.

Asturias es tu tierra natal y el eje de muchos de tus libros entre los que destaco “Asturias, tierra de mar”. ¿Crees que una parte del futuro para los fotógrafos pasa por la edición en soporte electrónico, hablemos de revistas o libros? ¿Te costó pasar a la cámara digital?

Creo que el libro electrónico se cargará definitivamente el último nicho de mercado que nos quedaba a los fotógrafos profesionales para vivir dignamente. No es que esté en contra de él, ni le vea pega alguna, más bien al contrario, pero es que todo lo que se cuelga en la red se piratea, se considera del dominio público y los derechos de los autores no se respetan y lo que es peor no se valoran. Si a eso unes, que sus precios de venta son ridículos pues te encuentras que tienes que vender 7.000 libros para compensar solo los gastos del viaje. Después lo de vivir y amortizar los equipos ya es una utopía. Soy muy pesimista en cuanto me hablan del futuro de la fotografía profesional. Para mí no tiene ninguno, estamos más amenazados que muchas especies que fotografiamos y que se encuentran en peligro de extinción.   Conozco fotógrafos magníficos que no llegan a finales de mes con lo que cobran por sus trabajos.

Pasar a la cámara digital no me costó nada en absoluto porque mucho antes de que salieran al mercado ya escaneaba mis propias fotos para las publicaciones y el tratamiento de las imágenes es el mismo. Lo que si te digo es que hasta que no dieron los 12 megapíxels no me interesaron en absoluto. Me cambié en el 2005 cuando otros ya llevaban tiempo con ellas. Creo que en eso no me equivoqué nada en absoluto.

Leía en una entrevista en la web de “Nikonistas” tu valoración y fiabilidad de esta marca y cámara. Además del equipo ¿Cuáles son tus consejos a los que se inician en el campo de la fotografía de la naturaleza? ¿Y cómo elegir su equipo inicial?

Con Nikon llevo toda la vida, mi primera cámara fue una F3 y después de ella tuve todos los modelos profesionales que sacaron. Pero no solo trabajé con esa marca, aún tengo mi Hasselblad de 6 x 6, una Linhof de 6 x 17 y hasta hubo un tiempo en el que estuve con Canon, en el año 2006.  Siempre intenté trabajar con el mejor equipo posible, en la actualidad sigo con Nikon porque para mi están por encima de la competencia en todos los sentidos.

Mi primer consejo a los que empiezan es que se compren las lentes mejores que puedan, las cámaras prácticamente valen todas y son algo «secundario». De nada te vale tener una D800 si le vas a poner objetivos de poca calidad. Lo único que vas a conseguir es que los defectos se vean más aún. El equipo ideal….  yo te diría una cámara con un sensor de unos 16 megas (no hace falta más para nada), un zoom 24-70 F2.8 y un 70-200 F2.8. Con eso ya has cubierto el 80 % de las fotos que puedas hacer en un viaje o en la naturaleza. Más adelante añadiría un tele y un objetivo macro. Ahora, creo que documentarte antes de hacer un trabajo es tan importante como el equipo que puedas llevar. Si no conoces la especie o el ecosistema donde te vas a mover normalmente estarás condenado al fracaso. Y eso, es extrapolable a cualquier tipo de fotografía, no solo la de naturaleza.

Antonio Vázquez Argüelles – www.antoniovazquez.com
(Sama de Langreo, Asturias, 1959), comienza su andadura profesional con la publicación de su primer reportaje en el año 1993 en la revista Natura, a partir de ahí sus fotos aparecen asiduamente en publicaciones españolas, como: National Geographic, Geo, Altair, Viajes de National Geographic o en otras europeas como la Wildlife BBC en la que es uno de los pocos españoles que ha conseguido publicar un reportaje completo.

Todo eso le sirve de experiencia y trampolín para poder trabajar durante casi una década fotografiando por todo el mundo el «Patrimonio Mundial”, para la UNESCO hasta que 2005 concluye dicha publicación. Su obra ha sido galardonada tanto en el ámbito regional como en el nacional, a través de numerosos premios, aunque a partir del año 1995 ha dejado de presentarse a los concursos, al ser nominado miembro del jurado de muchos de ellos.

Sus exposiciones “Fauna en peligro de extinción”. exhibida en Asturias, Madrid y La Coruña y “Orquídeas de España” en la Feria de Muestras de Gijón han sido un rotundo éxito tanto de público como de crítica. En el año 2004 ha sido galardonado, junto con Tomás Emilio Díaz, con el premio Alfredo Quirós Fernández, en su octava convocatoria, por su obra “Guía de los Bosques de Asturias”.

En el 2005 ha sido elegido por la firma Nikon para impartir el primer Simposium de fotografía digital en España y a partir de esa fecha colabora de forma permanente como fotógrafo de esa firma. En el año 2006 ha sido galardonado con el premio “Serrano del año” por la Asociación Proyecto Sierra de Baza por su labor de difusión de la fotografía de la naturaleza en las más prestigiosas revistas y publicaciones de ámbito nacional e internacional.

3 COMENTARIOS

  1. Estoy de acuerdo contigo, los fotógrafos somos una especie muy amenazada y más aún en el mundo editorial…espero que esto cambie algún día. Enhorabuena Antonio por tu gran trabajo y tu trayectoria!!!

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